La filosofía tolteca nos propone cuatro acuerdos básicos:
1. Sé impecable con la palabra.
Las palabras poseen una gran fuerza creadora, crean mundos, realidades
y, sobre todo, emociones. Las palabras son mágicas: de la nada y sin
materia alguna se puede transformar lo que sea. El que la utilicemos
como magia blanca o como magia negra depende de cada cual.
Con las palabras podemos salvar a alguien, hacerle sentirse bien,
transmitirle nuestro apoyo, nuestro amor, nuestra admiración, nuestra
aceptación, pero también podemos matar su autoestima, sus esperanzas,
condenarle al fracaso, aniquilarle. Incluso con nuestra propia
persona: las palabras que verbalizamos o las que pensamos nos están
creando cada día. Las expresiones de queja nos convierten en víctimas;
las crítica, en jueces prepotentes; un lenguaje machista nos mantienen
en un mundo androcéntrico, donde el hombre es la medida y el centro de
todas las cosas, y las descalificaciones autovictimistas (pobre de mí,
todo lo hago mal, qué mala suerte tengo) nos derrotan de antemano.
Si somos conscientes del poder de nuestras palabras, de su enorme
valor, las utilizaremos con cuidado, sabiendo que cada una de ellas
está creando algo. La propuesta de Miguel Ruiz es, por tanto:
"Utiliza las palabras apropiadamente. Empléalas para compartir el
amor. Usa la magia blanca empezando por ti. SÉ IMPECABLE CON LA
PALABRA".
2. No te tomes nada personalmente.
Cada cual vive su propia película en la cual es protagonista. Cada
cual afronta su propia odisea viviendo su vida y resolviendo sus
conflictos y sus miserias personales. Cada cual quiere sobrevivir el
sueño colectivo y ser feliz. Y cada cual lo hace lo mejor que puede
dentro de sus circunstancias y sus limitaciones.
Las demás personas sólo somos figurantes en esa película que cada cual
hace de su vida, o a lo sumo personajes secundarios. Si alguien me
insulta por la calle (o yo lo percibo así) con casi toda seguridad no
tiene nada o muy poco que ver conmigo; es simplemente su reacción a
algo que está pasando fuera (un mal día con su pareja o en el trabajo,
una discusión con su hija), o más probablemente dentro
(preocupaciones, ansiedad, frustración, impaciencia, una gastritis o
un dolor de cabeza).
La impaciencia o las exigencias de tu pareja, de la vecina del rellano
o de la cajera del supermercado, las críticas de tu hijo o en el
trabajo, nada de eso es personal. Cada cual está reaccionando a su
propia película.
Hay mucha magia negra fuera, lo mismo que la hay dentro de ti misma, o
de mí. En cualquiera, en algún momento de su vida, en algún momento
del día. Todo el mundo somos "depredadores emocionales" alguna que
otra vez.
"Tomarse las cosas personalmente te convierte en una presa fácil para
esos depredadores, los magos negros... Te comes toda su basura
emocional y la conviertes en tu propia basura. Pero si no te tomas las
cosas personalmente serás inmune a todo veneno aunque te encuentres en
medio del infierno", asegura Miguel Ruiz.
Comprender y asumir este acuerdo nos aporta una enorme libertad.
"Cuando te acostumbres a no tomarte nada personalmente, no necesitarás
depositar tu confianza en lo que hagan o digan sobre ti las demás
personas. Nunca eres responsable de los actos o palabras de las demás
personas, sólo de las tuyas propias. Dirás "te amo" sin miedo a que te
rechacen o te ridiculicen". Siempre puedes seguir a tu corazón.
Respecto a la opinión ajena, para bien o para mal, mejor no depender
de ella. Ésa es otra película. NO TE TOMES LAS COSAS PERSONALMENTE.
3. No hagas suposiciones.
Tendemos a hacer suposiciones y a sacar conclusiones sobre todo. El
problema es que al hacerlo creemos que lo que suponemos es cierto y
montamos una realidad sobre ello. Y no siempre es positiva o está
guiada por la confianza o el amor, sino más frecuentemente por el
miedo y nuestra propia inseguridad.
Deduzco que alguien se ha enfadado conmigo porque no respondió a mi
saludo al cruzarnos y mi mente organiza toda una realidad sobre eso. Y
se rompen puentes entre la otra persona y yo, difíciles de salvar. Lo
mismo con nuestra pareja, con la vecina, con la escuela. Creamos
realidades en base a comentarios o elementos sueltos (cuando no en
base a chismes malintencionados).
"La manera de evitar las suposiciones es preguntar. Asegúrate de que
las cosas te queden claras... e incluso entonces, no supongas que lo
sabes todo sobre esa situación en particular", insiste Miguel Ruiz. En
última instancia y si te dejas guiar por la buena voluntad, siempre te
queda la confianza... y la aceptación.
Nunca nada que pasa fuera es personal. Pero en cualquier caso, NO
SAQUES CONCLUSIONES PRECIPITADAMENTE.
3. Haz siempre lo mejor que puedas.
El cuarto y último acuerdo permite que los otros tres se conviertan en
hábitos profundamente arraigados: haz siempre lo máximo y lo mejor que
puedas. Siendo así, pase lo que pase aceptaremos las consecuencias de
buen grado. Hacerlo lo mejor posible no significa que tú y yo tengamos
que hacerlo de la misma manera, ni siquiera que mi respuesta en estos
momentos sea la misma que en otro que me siento cansada, o no he
dormido bien, o me siento llena de amor y confianza y tremendamente
generosa. Se podría decir que en cada momento de nuestra vida somos
diferentes, en unas circunstancias y con unas limitaciones concretas.
A veces podemos responder a lo que interpretamos como una
"provocación" con una sonrisa irónica o divertida, con sentido del
humor, o con una carcajada retadora, o incluso a gritos. Pero siempre
podemos intentar ser impecables con la palabra, no tomárnoslo
personalmente y no sacar conclusiones precipitadas... dentro de
nuestras limitaciones físicas, anímicas y en general, de cada momento.
Si lo intentamos, de la mejor manera que podemos, ya es suficiente.
"Verdaderamente, para triunfar en el cumplimiento de estos acuerdos
necesitamos utilizar todo el poder que tenemos. De modo que, si te
caes, no te juzgues. No le des a tu juez interior la satisfacción de
convertirte en una víctima. Simplemente, empieza otra vez desde el
principio."
Con la práctica será cada vez más fácil hasta que, sorpresa, la
identificación es prácticamente completa y los cuatro acuerdos forman
parte de nuestra manera de ser. Simplemente somos así.
Sin duda nuestra vida será más sencilla y satisfactoria, para nosotras
mismas y para las demás personas que nos rodean.
(Sobre el libro de Miguel Ruiz, "Los cuatro acuerdos", Editorial
Urano).
Jaime Andrés Olano D.
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